La tragedia (Nietzsche & Camus)
Si nos preguntaran sobre el significado que damos a la palabra tragedia, ¿qué responderíamos? No sería ninguna sorpresa encontrar que, la mayoría de nosotros, le otorgaríamos cierta connotación negativa, insinuando todos aquellos eventos, sucesos, situaciones o escenarios que nos remiten o derivan en una desgracia, una mala experiencia, un trago amargo y demás recuerdos o escenarios futuros no confortables.
De esta manera podemos escuchar en diferentes ámbitos expresiones del tipo: “Su vida ha sido una tragedia, nada le ha salido bien” o “¡Es una tragedia! Ha perdido todo, aún y cuando lo ha dado todo”. Además, de manera sutil, me parece que solemos asociar lo trágico a aquello que no debe de suceder, a aquello que conspira contra nosotros; a aquello que es malo en sí, pues diferenciamos lo no trágico como significado de bienaventuranza, prosperidad y demás valores que nos indican que vamos por “buen camino”.
De lo anterior, nadie podrá negar que hay una gran esperanza de que las cosas sean como deseamos que sean, y de ahí que lo trágico sea comúnmente visto como el fin de lo esperado, lo desesperanzador.
La RAE nos dice que la tragedia es:
- Obra dramática cuya acción presenta conflictos de apariencia fatal que mueven a compasión y espanto, con el fin de purificar estas pasiones en el espectador y llevarle a considerar el enigma del destino humano, y en la cual la pugna entre libertad y necesidad termina generalmente en un desenlace funesto.
- Tener un fin desgraciado.
En contraste, una perspectiva más amplia acerca de la tragedia nos dirá, por ejemplo como la define el filósofo francés André Compte-Sponville, que es “Todo lo que se resiste a la reconciliación, a los buenos sentimientos”. Es decir, no se hacen las paces entre dos polos (situaciones, decisiones o lo que queramos poner) y no tiene que ver con lo benévolo. Dice también Compte-Sponville que la tragedia es “la contradicción insoluble que es más existencial que lógica”. Esto es, ante los polos (cualesquiera que éstos sean) no hay una solución de uno en otro, no se mezcla agua con azúcar; la tragedia es más bien aquello que se mantiene como el agua y el aceite, separado pero junto. Dice también el filósofo galo, “es dialéctica sin síntesis, sin solución… lo que no se resuelve”. Quiere decirnos, lo trágico es aquello que no tiene solución. Solución tienen lo problemas, y por lo tanto no son trágicos como los queremos ver muchas veces. La tragedia no se sintetiza, no se hace una, no se parcializa, no se decide por un extremo; por el contrario, se mantiene en dialéctica, en diálogo, separada, contrastada, sin conclusión, divergente.
Unos años antes, a finales del s. XIX, el filósofo alemán Friedrich Nietzsche dijo que: “Lo trágico es la vida tal como es, sin justificaciones, sin providencia, sin perdón… es la voluntad de afirmarla toda, de aceptarla toda, incluyendo el sufrimiento y la alegría, sin resentimiento ni nihilismo. Es el amor del destino o del azar, del devenir y de la destrucción; es el sí por excelencia, sin religión y sin moralina. Es el sentimiento de que lo real hay que tomarlo o dejarlo, junto con la voluntad alegre de tomarlo”. ¿Cuál es el destino? La muerte, como lo decía Sócrates-Platón. Para nosotros, lo trágico es lo que es, ni bueno ni malo, simplemente lo que es. Entonces, aquel que ama la vida como es, como viene (Amor Fati), acepta su tragedia, la abraza, hace suyo su destino. “Hace del destino un asunto humano, que deberá arreglarse entre los hombres”, como dice Albert Camus en su libro El Mito de Sísifo.
La vida como es…
Bibliografía
- Compte-Sponville, André. “Diccionario Filosófico”. Paidós. España. 2005.
- Nietzsche, Friedrich. “El origen de la tragedia”. Alianza. España. 2010.
- Camus, Albert. “El mito de Sísifo”. Alianza. España. 2004.