“- ¡Ay, ay, ay! -exclamó el caballero, encantado de haber llegado sin el menor esfuerzo a donde quería-. ¡De eso se trata! Nunca tienes que imaginar. -Nunca tienes que hacer, Cecilia Jupe -repitió solemnemente Thomas Gradgrind-, nada
“- ¡Ay, ay, ay! -exclamó el caballero, encantado de haber llegado sin el menor esfuerzo a donde quería-. ¡De eso se trata! Nunca tienes que imaginar. -Nunca tienes que hacer, Cecilia Jupe -repitió solemnemente Thomas Gradgrind-, nada