El cuidado de sí es libertad individual, es libertad cívica, es ética.

El cuidado de sí
El sujeto ante una verdad que es promovida políticamente por las instituciones (e.g. la ciencia). No interesa a Foucault responder a qué es el sujeto sino cómo hemos devenido en sujeto, es decir, cómo es que el sujeto se ha sujetado a él mismo: el proceso de sujetación y no la esencia del mismo.
El “cuidado de sí” una “práctica de sí” con miras a una “autotransformación del sujeto” que busca “elaborarse, transformarse y acceder a cierto modo de ser” de cara a los discursos institucionales que producen al sujeto. No es una liberación pues no corresponde a una manera correcta de liberarse de “lo humano” —pues liberación alude a que se es prisionero de aquello que uno realmente es (su fundamento) y eso, como dice Foucault, sería lo mismo que pensar que existen los catalizadores adecuados que acelerarían la reacción de ser uno.
Pensemos en las máximas de autosuperación: «Haz A, B, y C y lograrás todo los que te propongas en la vida pues hay una manera de superar la adversidades; un modo que es correspondiente con una manera de ser hombre». El filósofo francés prefiere hablar de prácticas de libertad más que procesos de liberación. Las prácticas de sí: a) prácticas de liberación mediante la eliminación de discursos y, en dependencia de las anteriores, b) prácticas de libertad que nos exigen creatividad.
Poder es diferente que dominación. Las relaciones de poder surgen de los individuos para ser, muchas veces, coartadas por mecanismos de dominación. “La liberación abre un campo para nuevas relaciones de poder, que es cuestión de controlar mediante prácticas de libertad.”
El problema ético de la libertad
El problema ético de la libertad es ¿hasta dónde la puedo ejercer? “La libertad es la condición ontológica de la ética. Pero la ética es la forma reflexiva que adopta la libertad.” Es decir, como lo interpreto, la posibilidad de significación del mundo es previa a la acción, al movimiento de la consciencia con intencionalidad “hacia” una otredad; y, sin embargo, cuando actuamos lo hacemos con una carga de significados (previos) que nos hacen actuar —de una determinada manera y no de otra— hacia el otro-desde nosotros.
El cuidado de sí es libertad individual, es libertad cívica, es ética. En el mundo grecorromano (Platón y Primeros estoicos): ocuparse de sí, amor a uno mismo, egoísmo vs. Interés por los otros que debía prestarse (Cristianismo) y renuncia a sí mismo y por lo tanto salvación de uno mismo. Surge una paradoja para el sujeto pues para salvarme tiene que ver por el interés de los otros antes que el propio.
Cuidar de sí para los griegos era un conocerse, un formarse, “superarse a sí mismo”. “[…] la ética en tanto práctica reflexiva de la libertad […] «Cuídate a ti mismo».” Mientras que los platónicos buscaban verse a sí mismos para reconocer lo que eran, para los estoicos era el cumplimiento de principios y reglas de conducta con las cuales actuar en función de las circunstancias presentes.
El éthos griego (e.g. lenguaje, vetimenta, sexualidad, etc.), una manera particular de ser ante sí y ante los otros; una forma concreta de libertad (libertad entendida como la no-esclavitud), donde cada uno actuaba sobre sí mismo, se trabajaba sobre sí. Una libertad negativa, es decir, mientras más resisto más libre soy. Al lograr esto, a los ojos de los otros se era no-esclavo y, por lo tanto, el cuidado de sí se vuelve (también) un acto político. Al ocuparme de mi me ocupo de los otros, y ocuparme de mi es saber gobernar lo mío: mujer, hijos, casa, de manera que si todos gobernaban lo suyo la comunidad estaba autogobernada.
En común tenían la amistad y la magistratura: la relación con los otros. Recordar que el griego da por sentado la unidad, no la cuestiona. El griego, también se concibe en relación con los otros, está fuera de su concepción el constructo de lo individual. El tu mismo está representado con un otro.
El filósofo como figura que nos recuerda nuestro propio cuidado. El cuidado, para los griegos, siempre comenzaba con uno mismo y después hacia los demás, según Foucault. El que se cuida a sí mismo no corre el riesgo de aplastar al otro, de someter al otro por su deseo de ser sí mismo pues, en la medida que uno cuida de sí se da cuenta que no podrá abusar del poder y dominar a otros. De no darse lo anterior y caer en el abuso de los otros, entonces no estará cuidando de sí. El cuidado de sí visto con malos ojos vendrá después en la historia del pensamiento a partir de los discursos cristianos que obstaculizan lo propio (egoísmo).
Entonces, la posibilidad de ser autónomos encara lo heterónomo, es decir, la obediencia injustificada de las normas de otros. La condición de posibilidad de la liberación está en la justificación de lo que hacemos. El cuidado de sí es una práctica de libertad, un “conducirse bien”, un proceso reflexivo de nuestras propias normas. Un atrevimiento de pensar por nosotros mismos, bajo nuestras propias reglas.
Saber y poder
Para Foucault, el problema saber/poder permite analizar el problema sujeto/verdad. Poder es relaciones de poder: “la relación en la que uno quiere intentar dirigir la conducta de otro.” Relaciones de poder que son “móviles, reversibles e inestables.” Para ejercer relaciones de poder hace falta que ambas partes sean libres y que exista la posibilidad de resistencia pues, de lo contrario, el poder absoluto de uno sobre otro diluye el poder. Para Foucault “el problema es […] saber dónde se formará la resistencia.” Las relaciones de poder no son para él ni buenas ni malas (“El poder no es el mal”) sino que no puede concebir una comunidad en la que no se den. “[…] cuanto más libre es la gente y más libre son unos con relación a los otros, mayores son los deseos en unos y en otros de determinar la conducta de los demás.”
Referencia:
Michel Foucault, “La ética del cuidado de sí como práctica de la libertad” en Estética, ética y hermenéutica, Tr. Ángel Gabilondo. Barcelona: Paidós, 1a edición, 1999.