“Quien investiga la experiencia de otro únicamente puede darse cuenta directa de su propia experiencia de ese otro. No puede percibir directamente la experiencia del otro del “mismo” mundo. No puede ver a través de los ojos del otro ni oír a través de los oídos del otro […] Todo lo que uno “capta”, “siente”, “intuye”, etc., del otro vincula inferencia de la propia experiencia del otro con la experiencia de éste de uno mismo. Esto presupone que las acciones del otros son de algún modo una función de su experiencia tal como sé que sucede con las mías. Sólo con base en este presupuesto, no importa lo correcto que pueda ser, es posible arriesgarnos a hacer inferencias sobre la experiencia del otro desde nuestra perspectiva de sus acciones.” LAING (El yo y los otros, 1961)