Remedios de inspiración pitagórica en contra de los males de nuestra época

Conclusión de la primera temporada de MADRUGADA

Para l@s madrugador@s

Honra y respeta tus juramentos a los dioses, a los cuatro elementos, a las siete direcciones y a tu dáimon. Venera a tus padres y a tus familiares más próximos. Házte amigo de esas personas que se manejen con amabilidad hacia ti y que sus actos sean concretos y “útiles”. Sé tolerante con que cometerán errores; en ocasiones serán significativas las consecuencias de sus actos; en la medida de tus posibilidades no los desprecies por los pequeños errores pues “la capacidad mora cerca de la necesidad”: sé apto y permite un espacio para admitir algo más y ten presente que eso es próximo a lo que nos es irresistible.

Domina tus costumbres: la comida, el descanso, el sexo y el enojo. Ten cuidado con hacer cosas degradantes ante los demás o ante ti mismo, pues la vergüenza nos espera en la soledad. Sé justo en tus acciones y palabras. No faltes a tu razón al obrar. Ten presente que la muerte es nuestro destino, el de todos, y que no te llevarás riquezas al Otro Mundo. Los dolores, tus enfermedades, son azares divinos, son destino: sopórtalos y no te indignes.

Que ninguna razón te aleje de “actuar por ti mismo”. Si alguien buscara difamarte sin verdad, aguanta dócilmente las mentiras. Dí y haz lo que sea «lo mejor» y no te arrepentirás. “Piensa antes de obrar” para no pasar por un ignorante; de lo contrario parecerás ser un hombre o una mujer sin sentido, insensata, falta de razón. Haz lo que entiendas… de lo contrario, aprende lo que necesitas. Cuida tu cuerpo bebiendo y comiendo con medida y haciendo ejercicio. El límite de la medida es el perjuicio a ti mismo: no hagas nada que te dañe. Busca una vida pura y calmada y no hagas cosas que levanten envidias. No gastes de más ni dejes de hacerlo: sé medido.

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Todos los días antes de dormir: repasa tres veces cada hecho del día: ¿Dónde rompí las reglas anteriores? ¿Qué conseguí con ello? ¿Qué deber dejé de cumplir? Ante el repaso del día: si violaste algo, atormentarte; si no, disfrútalo: esfuérzate en no quebrantar las reglas, cuídate de no violarlas y más bien desea el persistir en ellas: comprométete pero, sobre todo, “reza por cumplirlas con oraciones a los dioses”. Con ello estarás sembrando la “divina virtud”, a entender: sabrás reconocer. ¿Qué? Sabrás atender “la composición de los dioses inmortales y de los hombres mortales” y “como todo lo penetra, como todo se gobierna”. Atiende a la mujer que acoge favorablemente, al hombre que aguarda, los que aplican voluntariamente el entendimiento a un objeto espiritual o sensible.

Ley: “la naturaleza es en todo igual” así que has de esperar lo esperable y nada te ha de pasar inadvertidamente. Padecemos lo que elegimos por nosotros mismos y al padecer carecemos de dicha pues teniendo tan cerca «el bien» no lo vemos. ¿El bien? Recuerda: La Vida aspira a lo que hay de mejor. Todos podemos ser aristócratas, es decir, aspirar a lo que haya de mejor. Esto es cierto, tendemos a lo mejor para nosotros, de manera que el «mejor bien» es lo que nos guía. “La tensión hacia el Bien, hacia lo mejor, hacia la sobrevivencia, es así inmanente a la vida”. Podemos o no ser conscientes de ello. ¿El Bien? En breve: eso que hace que nuestra vida sea digna de ser vivida.

¿Cómo dar solución a nuestras desdichas? Soportándolas a la par de nuestras contrariedades, aquellas oposiciones que nos afectan —sin darnos cuenta. Entonces, ¡date cuenta y aléjate de la contrariedad!

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Gilberto Santaolalla

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