Persona y experiencia, R.D. Laing (2/2)
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III. Alienación normal a partir de la experiencia
- En opinión de R.D. Laing, a razón de nuestra alienación, ya no somos ni poco de lo que podemos ser o de lo que fuimos alguna vez.
- Una capacidad de pensar limitada, amaestrada. Para Laing necesario desaprender para experimentar el mundo con inocencia, sinceridad y amor.
- Dice Laing que “los terrenos de la experiencia” nos parecen extraños, demandándonos una apertura de mentalidad para comprender su existencia.
- ¿Qué consideramos como real? ¿Nuestros sueños, la vigilia, nuestras fantasías, nuestras alucinaciones, espejismos e ilusiones? ¿Qué es la realidad?
- “Lo que nosotros llamamos “normal” es producto de una represión, negación, disociación, proyección, introyección, y de otras formas de acción destructivas en la experiencia. Está radicalmente alejada de la estructura del ser.”
- Formas de alienación:
- Algunas más “normales” (estadísticamente) que otras.
- Aquellas formas normales de alienación son aceptadas pues es como actúan los demás. Mientras que aquellas que salen de lo que la mayoría hace son calificadas como “males o locas.”
- “La condición de estar alienado, dormido, inconsciente, de estar fuera de la propia mente, es la condición del hombre normal.”
- Sobre los hombres normales: educados para perderse a sí mismos y ser absurdos, son asesinos.
- Como vimos anteriormente, “[n]uestro comportamiento es una función de nuestra experiencia. Actuamos según la manera en que vemos las cosas. Si nuestra experiencia está destruida, nuestro comportamiento será destructivo. Si nuestra experiencia está destruida, hemos perdido nuestro propio Yo.” ¿Qué vemos de las cosas y qué no alcanzamos a ver? ¿Qué grado de fragmentación experimenta nuestra consciencia?
- Nos hemos comprendido desde diferentes perspectivas (biológica, química, psicológicamente, etc.) pero, en opinión de Laing, no hemos alcanzado “una comprensión humana del hombre en términos humanos.” Buscar inteligibilidad en el comportamiento.
- Por siglos los hombres se dejaron dominar por la idea de lo externo: estrellas, dioses, azar, destino. Sin embargo, las sensaciones y pensamientos siempre han estado ahí, como fundamento del sufrimiento y la duda.
- Nuestra humanidad se define por la capacidad de experimentar. Somos interdependientes, en la medida que dependemos de otros y que somos nosotros “el otro” para otro. Un arma de doble filo, no somos autosuficientes, requerimos a los otros, condición que corre el riesgo de destrucción, el exterminio.
- Una esperanza “… cada vez que nace un niño hay una posibilidad de perdón. Cada niño es un nuevo ser, un profeta en potencia, un nuevo príncipe espiritual, una nueva chispa de luz, arrojada a la oscuridad externa. ¿Quiénes somos nosotros para decidir que es irremediable?”
IV. La fantasía como una forma de experiencia
- La fantasía vista como un “territorio aislado y cerrado, en un “inconsciente” disociado y no desarrollado” es otra forma de alienación. Sin embargo, la fantasía es también una manera de experimentar el mundo, que tiene su propia validez y su propia racionalidad.
- Más que apoyarnos de la fantasía la experimentamos como una “molestia importuna e infantil que nos sabotea”.
- Fantasía:
- Una forma de relacionarse con el mundo.
- Es parte del significado o sentido de nuestras acciones.
- … podemos decir que no son parte de nosotros (rechazar su relación con nosotros), decir que no comprendemos nuestras fantasías (carece de significado) o estar fuera de nuestra atención (fuera de nuestra experiencia).
- “es siempre experimental y llena de significado; y si la persona no está disociada de ella, es también, relacional, de un modo válido.”
V. La negación de la experiencia
- Ya hemos visto que tenemos relaciones con otros. Nos conducimos con otros (conductas) de manera que los otros nos experimentan de tal o cual manera. Como los otros nos experimentan, en lo particular, influye en la manera en cómo se comportan con nosotros e influye en la manera en que los experimentamos…
- En lo interpersonal, dos posibilidades: a) actuamos por nosotros (del yo por el yo a partir de lo que experimentamos de nosotros) o b) actuamos por el otro (del yo para los otros a partir de los que experimentamos de los otros).
- De “nuestra acción personal” dentro del mundo que valora como normal lo alienado: o se destruye la propia experiencia o la del otro. “Estás mal, estás loco, cómo se te ocurre, eres un imbécil mal nacido o lo que me dices no es cierto, no me checa, no, no, no”.
- Mecanismos de defensa. Señalar algo “interno e inconsciente”, proceso impersonal que nos ha raptado la voluntad, no se puede controlar ni detener, sólo observar. Los mecanismos controlan, lo hacen a uno padecer (ser paciente). En determinado momento “se debe hacer algo con ellos”.
- Las “defensas” no sólo son intrapersonales sino también transpersonales. Confirmación y desconfirmación, e inclusive decir cosas como “¿Cómo puedes pensar una cosa así {de mi}? Debes estar paranoico”.
VI. La experiencia de la negación
- Es diferente la negación de la experiencia (punto anterior) que la experiencia de negación.
- “El elemento de la negación está en cada relación y en cada experiencia de relación.”
- Sobre la ausencia. Entre el ser y no-ser. ¿Qué tanto estamos dispuestos a perder nuestros fundamentos por ir en busca de nuevos?
¿Experimentamos nuestra experiencia como algo externo que está dado en el mundo o lo hacemos como si estuvieran dentro de nosotros, creados originariamente desde más allá del adentro de nosotros?
¿La obscuridad surge de la luz o la luz de la obscuridad? ¿Nos plegamos o nos replegamos antes de dar un paso?
¿Cómo nos relacionamos con los otros, desde una idea de lo que creemos que son o desde la desnudez propia del origen relacional (madre-hijo)?
¿Qué tanto somos “capaces” de mantenernos en “el entre” de nuestras relaciones, en la incertidumbre del descubrimiento mutuo de dos desconocidos… siempre desconocidos? ¿Somos capaces de crear a partir de nada?
“La nada de la que emerge la creación no es un espacio vacío ni un intervalo de tiempo vacío.” El no-ser es la posibilidad del ser. Para ser, no basta con la voluntad, falta también no-ser.
Referencia: R.D. Laing, La política de la experiencia, Tr. Silvia Furio. Barcelona: Grijalbo, 1a edición, 1977.