NIETZSCHE (Aurora §49, 1881)

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§49 “El nuevo sentimiento fundamental: nuestra naturaleza definitivamente transitoria.—Antiguamente se buscaba alcanzar el sentimiento de la soberanía del hombre, mostrando su procedencia divina, pero esta ha llegado a convertirse en un camino vedado, pues a su entrada está el mono con otros animales de catadura no menos espantosa, y nos muestran los dientes, como diciendo: «¡No sigas por esta dirección!» Por ello se hacen tentativas para adentrarse en la dirección opuesta: el camino hacia el que se dirige la humanidad debe servir para demostrar su soberanía y su naturaleza divina. ¡Ay!, pero, lamentablemente, esto tampoco conduce a nada. Al final de ese camino se encuentra el sarcófago del último hombre que entierra a los muertos (con esta inscripción: Nihil humani a me alienum puto [Nada humano me es ajeno]”). Por muy lejos que pueda llegar la evolución de la humanidad —¡y quizá al final se halle a menor altura que al comienzo!—, no existe para ella ninguna transición a un orden superior, del mismo modo que la hormiga y el cortapicos tampoco pueden ascender a ningún parentesco divino o a la eternidad al final de su «camino terrenal». El devenir arrastra tras de sí a la existencia: ¿por qué debería existir una excepción en esta representación eterna para una pequeña estrella y una insignificante especie? ¡Basta ya de tales sentimentalismos!”

Friedrich Nietzsche,  Aurora, Tr. Germán Cano. Madrid: Biblioteca Nueva, 1ª edición, 2000.

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