por Gilberto Santaolalla
El filósofo yugoslavo Thomas Nagel publicó en 1974 el artículo titulado “¿Qué se siente ser murciélago?”. En el explone una crítica al reduccionismo psicofísico explicando como al exlcuir el punto de vista particular de la experiencia (el carácter subjetivo) los reduccionistas buscan “los efectos más generales y las propiedades que pueden detectarse por otros medios que no sean los sentidos humanos”. Sin embargo, desde su punto de vista cometen un gran error: eliminan de su estudio aquello (los subjetivo) que más tarde tratarán de explicar.
“Si logramos explicaciones reduccionistas de la mente y cuerpo que omiten la experiencia subjetiva no podemos esperar que sea ésta la que nos explique lo subjetivo de la experiencia.”
Thomas Nagel
No tenemos una explicación de la naturaleza física de los fenómenos de la mente. Comprendemos muy poco lo que caracteriza a los fenómenos mentales conscientes. Porque hay conciencia es que es difícil el problema de la mente y el cuerpo, específicamente el problema de la relación de la mente y el cuerpo. Hay conciencia porque tenemos estados mentales conscientes. Tenemos estados mentales conscientes porque somos un organismo que siente “ser” ese organismo; que somos a causa de ese organismo. Aquello que es consciente de que “es”, Nagel lo llama “el carácter subjetivo de la experiencia”. Todo fenómeno subjetivo está relacionado con un solo punto de vista (cosa que los reduccionistas no aceptan pues es de lo universal y no de lo particular que hacen ciencia).
Propone Thomas Nagel un interesenta experimento:
Concluye Thomas Nagel que:
- No podemos abandonar el punto de vista subjetivo si queremos acercarnos a la naturaleza real del fenómeno. De hacerlo sería lo contrario, nos alejaría.
- Requerimos una fenomenología objetiva que no dependa de la empatía o de la imaginación; una fenomenología que pudiera describir el carácter subjetivo de las experiencias en forma comprensible para quienes no tienen esas experiencias. Un método que permita expresar en términos objetivos más de lo que expresamos hoy.
Bibliografía: Thomas Nagel, La muerte en cuestión – Ensayos sobre la vida humana. México: FCE, 2ª edición, 2000, p. 351.