“En lo que se refiere al ejercicio de la medicina, aquel que quiera interrogar rectamente y responder cuando sea interrogado y replicar con acierto, debe tomar en consideración lo siguiente: en primer lugar de dónde les vienen todas las enfermedades a los hombres; a continuación (debe saber) qué clase de enfermedades —cuando se presentan— son por imperativo propio largas o cortas, mortales o no mortales, o si dejan una parte del cuerpo mutilado o no; y cuáles —cuando sobrevienen— no dan seguridad de si pueden resultar males o bienes de ellas; y qué clase de enfermedades en qué otras se transforman; y qué cosas practican con éxito los médicos en el tratamiento de los enfermos y qué de bueno o de malo experimentan los enfermos en sus dolencias; y qué cosas, por conjetura, son dichas o puestas en práctica por el médico en relación con el enfermo o bien por el enfermo en relación con el médico; qué cosas se hacen y dicen con precisión en nuestra disciplina y las que son correctas en ella y las que no lo son; y lo que es principio, fin, mitad o cualquier otro concepto semejante establecido cuya existencia en este arte se puede asegurar o no; y lo pequeño y lo importante, lo que abunda y lo escaso; y lo que en medicina es todo y lo que es uno; y lo que es factible tenerlo en cuenta, comentarlo, observarlo y llevarlo a la práctica; y lo que no lo es, ni tenerlo en cuenta, ni comentarlo, ni observarlo, ni llevarlo a la práctica.
(Debe considerar también) lo que en medicina es la habilidad y la falta de habilidad y lo que es la oportunidad y la inoportunidad y, en lo que se refiere a las otras artes, a cuáles se parece y a cuáles no se parece en nada.
Y respecto al cuerpo, (que considere) lo que es frío o caliente, fuerte o débil, compacto o suelto, húmedo o seco y cuántas cosas de mucho se convierten en poco, sea para peor, sea para mejor; y lo que pasa de buena o mala manera o lenta o rápidamente o apropiada o no apropiadamente; y también qué mal, cuando se ha producido como consecuencia de otro, es causa de un bien y qué mal surge forzosamente a continuación de otro mal.”
Hipócrates, Tratados hipocráticos VI: Enfermedades, Tr. Ma. Dolores Lara Nava. Madrid: Gredos, 1a edición, 1990.