FÖLDÉNYI (Dostoyevski lee a Hegel en Siberia y rompe a llorar, 2003)

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“Quien insista en mirar el mundo de modo racional, será tarde o temprano víctima de la irracionalidad: de manera más rápida y espectacular que quien pretende vivir sobre todo libremente. La razón no es amo y creador de la libertad, sino sólo partícipe de ella. Lo decisivo es la libertad; y la razón en sí misma es uno de sus instrumentos, no su desencadenante. La libertad no es una función de la felicidad, de la gloria o del éxito, sino que plantea en qué medida es capaz el hombre de experimentar lo ilimitado dentro de su existencia limitada. «Los cielos son cielos para Yahvé; la tierra se la dio a los hijos del hombre», leemos en Salmos 115, 16. Bien es cierto que Dios no mora entre los hombres, pero todo cuanto no es celestial (divino), sino terrenal (humano), raya con lo infinito. Dios, siendo infinito, no linda con nada y, por tanto, tampoco con el ser humano; en cambio, el hombre, al ser finito, tiene límites que tocan lo infinito. Por eso, el ser humano se vuelve divino al experimentar sus propios límites [Georges Bataille, El culpable]. Todo cuanto es racional o irracional, lo es dentro de unos límites; la libertad, en cambio, lo único divino en el ser humano, se halla más allá de lo racional e irracional. Sólo soy libre por lo que me supera (trasciende): sólo me encuentro a mí mismo allí donde al mismo tiempo me pierdo”.

László Földényi, Dostoyevski lee a Hegel en Siberia y rompe a llorar, Tr. Adan Kovacsics. Barcelona: Galaxia Gutemberg, 2003, 1a edición.

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