Apuntes sobre la amistad (C)

“Pero la amistad perfecta es la de los hombres buenos e iguales en virtud”.

Aristóteles
Detalle de Thomas GAINSBOROUGH (The Painter’s Daughters chasing a Butterfly, circa 1756)

Sobre la amistad (Libro VIII)

Interpretación libre (infiel con las autoridades doxas) de la Ética nicomáquea de Aristóteles, sección VIII titulada Sobre la amistad. Puede contener errores de comprensión y/o interpretativos.

1. Naturaleza de la amistad

La amistad es una virtud en el sentido más elevado (sin límite, entiendo). Si existiese límite, como por ejemplo por placer o utilidad, “pueden ser, en parte, virtuosos, en parte, viciosos”, dice el traductor. Limitadas creo en el sentido de si pueden ser sostenidas, duraderas.

La amistad “es lo más necesario para la vida”, dice Aristóteles. Dinero y poder sin amigos es perder la oportunidad de “hacer el bien” con los bienes y el poder hacia ellos. Los amigos como refugio ante los infortunios. Los amigos que nos indican nuestros errores cuando somos jóvenes; y ya viejos, nos asisten para poder llevar a cabo nuestras acciones. Uno piensa y actúa mejor si está acompañado de un amigo.

La amistad se nota además en “la mayoría de los animales”. La “concordia parece ser semejante a la amistad”, por la forma en que los hombres se tratan sin necesariamente conocerse como cuando uno es un viajero (extranjero). Concordia es “conformidad, unión”, mientras la discordia es enemistad. Parece decir Aristóteles que, aunque los amigos no requieren de la justicia como juez y se bastan con la amistad, ser justos y amigos es una mancuerna que se lleva bien.

“Pero la amistad es no sólo necesaria, sino también hermosa”. Es bueno tener amigos.

¿Qué nos hace ser amigos? Varias explicaciones: ser semejantes (“lo semejante aspira a lo semejante”, Empédocles) aunque habrá quien objete esto diciendo que “dos del mismo oficio no se ponen de acuerdo” (Hesiodo). Que se atraen, como la tierra seca a la lluvia (Eurípedes). Que “lo opuesto es lo que conviene” (Heráclito). Y desde el carácter y las pasiones, Aristóteles se hace preguntas: ¿Todos somos capaces de ser amigos? ¿Los que son malos pueden ser amigos? ¿Existe una sola clase de amistad o varias?

2. Características de lo amable

¿Qué es amable? Lo que es “digno de ser amado” dice la RAE. ¿Puede amarse todo? No todo, sólo lo amable que es, para Aristóteles, lo “bueno o agradable o útil”. Útil como un medio para logar el bien y lo agradable, sus fines. ¿Amamos lo que es bueno para nosotros? No necesariamente, puede haber “desacuerdo” entre amar y bueno o agradable. Lo explica más o menos así Aristóteles: cada quien ama lo que es bueno para cada uno. Pero lo que es bueno para mi no necesariamente lo es para ti. Aunque lo amable es “lo bueno en absoluto”, es decir, lo que podemos amar, uno puede amar lo que a uno le “parece” bueno, lo que en apariencia es bueno. Sin embargo, dice Aristóteles que lo anterior no importa porque “lo amable será lo que parece ser tal”.

Tres causas (fundamento y origen) por las que amamos. Aclara que decir que uno ama una cosa “inanimada” es ridículo y no debe ser nombrado como amistad, porque: no hay reciprocidad, porque uno no puede desearle una disposición afectiva al objeto («que estés bien, piedra»). En cambio, “debe desearse el bien del amigo por el amigo mismo”. Benévolo es el que desea el bien para otros sin que necesariamente éstos (los otros) le sean recíprocos. En caso de reciprocidad podemos hablar de amistad. Reciprocidad, correspondencia mutua.

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Habla también Aristóteles de la “buena disposición”, aún cuando no conozcamos a los otros y viceversa, y si podríamos hablar de amistad en este caso. Entiendo que, en ese caso, la condición para hablar de amistad es que ambas partes desearan el bien del otro y, ojo, “sin ser ignorante de esto”, es decir… que debemos expresarlo.

3. Especies de amistad

Tres tipos de amistades, tres tipos de cosas amables. Cada una cuenta con un “afecto recíproco y no desconocido, y los que recíprocamente se aman desean el bien los unos de los otros en la medida en que se quieren”. Si uno quiere “por interés” no quiere por sí mismo sino en la medida en que se obtiene algún bien “unos de otros”. Sobre los que “aman por placer” es similar a los que quieren por interés. Pone un ejemplo: los que se complacen de la compañía de personas frívolas que no aprecian el carácter de éstas sino porque le resultan agradables, ahí el placer. “Por tanto, los que se aman por interés o por placer, lo hacen, respectivamente, por lo que es bueno o complaciente para ellos, y no por el modo de ser del amigo, sino porque les es útil o agradable”. Estas son para Aristóteles “amistades por accidente” pues uno es amado por lo que procura (placer o interés) y no por quien él o ella es. Las amistades por accidente son fáciles de disolver pues las partes pueden cambiar de disposición así que “cuando ya no son útiles o agradables el uno para el otro, dejan de quererse”. Si la causa de la amistad deja de ser (por utilidad o placer) pues, nuevamente, “la amistad se rompe”.

Las amistades por interés suelen darse, sobre todo, entre los viejos, dice Aristóteles. Puede darse que entre viejos, y entre personas que estén en el vigor de su edad o entre jóvenes que sólo buscan la conveniencia del encuentro con viejos pero que no se conviva por mucho tiempo pues muchas veces no es agradable estar los unos con los otros más allá de cierto tiempo, o puede ser que tampoco sintamos la necesidad de relacionarnos si es que no obtenemos un beneficio de esa cercanía, “pues sólo son agradables en tanto en cuanto tienen esperanza de algún bien”. Me parece que Aristóteles sigue indicando ese tipo de amistades que pueden no durar mucho pues la causa (placer o interés) presenta poca permanencia. La anterior es similar a la hospitalidad entre extranjeros.

“Pero la amistad perfecta es la de los hombres buenos e iguales en virtud”. “Buenos” en la medida en que se quiere el bien del uno y del otro (reciprocidad), “y tales hombres son buenos en sí mismos”, es decir, no están en función de una causa; se procura el bien, podría decir. Se quiere el bien del otro por quien el otro es y no por accidente (e.g. porque me divierte, porque me hace olvidar mis penas, porque me da regalos, etc.). “[…] de manera que su amistad permanece mientras son buenos, y la virtud es algo estable”. La amistad perfecta entonces alude a que uno es bueno y agradable consigo mismo y recíprocamente con el otro, es decir, se es bueno absolutamente (que excluye cualquier relación) y en nuestra relación con el otro; no lo dice así Aristóteles pero y al mismo tiempo. Y por último… nuestras actividades en las que encontramos placer y que suelen ser semejantes a las de otros pues “las actividades de los hombres buenos son las mismas o parecidas”.

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Por otra parte, los jóvenes. Ellos se amistan por placer. El joven (la joven) viven de acuerdo a sus pasiones, que se dan en lo agradable que es presente, “pero con la edad también cambia para ellos lo agradable”. De manera que, sus amistades, al estar puestas en lo agradable que les resulta algo y que se comparte con otros, al estar supeditado al cambio, hace que sus amistades cambien también pues su placer cambia fácilmente. “Los jóvenes son, asimismo, amorosos, pues la mayor parte del amor tiene lugar por pasión y por causa de placer; por eso, tan pronto se hacen amigos como dejan de serlo, cambiando muchas veces en un mismo día. Pero éstos desean pasar los días juntos y convivir, porque la amistad significa esto para ellos”. Es decir, creo, que la amistad de jóvenes está en la unión y el convivir que causa pasión, pero como las pasiones de jóvenes cambian tanto, las amistades también tienden a seguir ésta dinámica.

Así que, una “amistad estable” es aquella que reúne las siguientes condiciones: hay una causa de algún bien o placer para estar ahí, para el que se está ahí; y se está ahí pues hay semejanza con lo del otro y que le hace estar también ahí. Coinciden ambos que esa causa que consideran como lo bueno es algo agradable “y eso es lo más amable”, es decir, lo que por más amamos. De manera que, “el cariño y la amistad en ellos existen en el más alto grado y excelencia”. Estas amistades son para Aristóteles “raras”, pues “pocos hombres existen así”. Además de que toman “tiempo y trato”. Hace falta compartir alimentos, aceptarse mutuamente y esperar el momento en que cada uno se muestre “amable y digno de confianza”. La presurosa manera de mostrarse amistoso puede no ser amistad, a menos que “sean amables y tenga consciencia de ello” —de que se está siendo amable efectivamente y no buscando un interés personal, podríamos decir, y del que no se es consciente y más bien se aparenta sin darse cuenta: farsa— pues “el deseo de amistad surge rápidamente, pero la amistad no”.

Para mi amigo JJJ

Referencia:

Aristóteles, Ética nicomáquea (VIII, Sobre la amistad), Tr. Julio Pallí Bonet. Barcelona: Gredos, 2014.

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